12 abril 2015

HOMENAJE a una VIDA.

Restos.
Volvió a casa un día... a sus restos
pero la vida no abre la puerta
cuando las sombras alargan los brazos.
La maldad, el rencor y la envidia rodean...
recuerdan: la contienda no ha terminado
y muestra sus cartas marcadas
expoliando almas... manchando de rojo la nieve callada
esencia de inocentes se derrama.
Sin justicia... en roca se graban lamentos.
Se durmió la vida, solo resisten nublados
donde el glacial cielo extiende su atuendo
nadie sabe, si para congelar el dolor
o para adornar la tierra
y coagular su sangrado.
Él sigue ahí... resistiendo los días y su maltrato
la muerte avanza al mismo paso
rodea los minutos... recordando...
la vida es un trío
que va de la mano.
II
Sin rendición: sigue buscando...
algún rito sagrado, sin dioses, ni druidas,
descubre... como trabajan los santos.
Aquellos devotos sagrados
que esconden sus garras detrás de sus hábitos.
III
Ya, nada importa,
tan solo sobrevivir a la barbarie, a la perdida
al ultraje... lavar las heridas
con la fuerza y el coraje
que da la inocencia de nacer y saberse honrado.
Ya no inmutan la miradas ni los brazos,
tan sólo la muerte comprendió su estado
y siguió caminando; al mismo paso,
sin darle un abrazo...
observando el verdadero valor del SER HUMANO
hasta que los tres se dieron la mano.

¿CRECEMOS O MENGUAMOS?


Y vine al mundo:
Observando el aire entre suspiros de días conjugados.
piel que se expande en segundos, mortaja sin anestesia,
cruz, donde permanece clavada la inocencia
aleteo de parpados entre pergaminos de prehistoria e historia...
todo en uno; silencio cautivo, inflexible olvido.
Tan solo el ocaso y presente se ilumina de nostalgias
coagulando la ausencia y el hábito de la costumbre.
La luna atormenta el espejismo
y el mundo se empeña en poner ladrillos
a las puertas que marcan camino...
Siete llamas iluminan la sinagoga,
dos velones y una cruz fueron testigos,
la meca baila a su ritmo.
El mundo ciego
apaga la llama que brilla en si mismo.


Recapitulando; la piel recoge envoltorio
volviendo al barro del que partimos... polvo.
Entre la noche y el día imprecisos instantes
esconden la luz del eterno tormento.

¡Miedo gobierna nuestro sino!

¡Crezcamos o menguaremos como cretinos!